martes, 12 de febrero de 2008

Texturas y cantidad de voces

Dentro de lo que llamamos las texturas musicales sabemos que las voces ocupan diversos planos y su simultaneidad es analizable y perceptible, aunque esto último dentro de ciertos límites debido fundamentalmente a la naturaleza de nuestra percepción.

¿Cuáles son esos límites? Muchas veces cuando escuchamos música de cierta complejidad sentimos que nos "perdemos" aclarando que por complejidad me refiero en este caso a la cantidad de voces.

Por ejemplo: basta con escuchar polifonía a cuatro voces para que no podamos seguir cada una de las voces en particular. Si se trata de una fuga, podremos escuchar cada una de las entradas, pero nos es imposible escuchar qué hacen las voces restantes a partir de la tercera o cuarta entrada. Y nuestra audición se va a ver dificultada en mayor medida al escuchar ciertas obras polifónicas que no tienen distintas entradas de tipo imitativo, como en muchos motetes de los siglos XV y XVI a cuatro o más voces, y como ocurre también en muchas composiciones de principios del siglo XX en adelante. Y también es aplicable a otros casos como por ejemplo sonidos ambientales, aunque de eso voy a hablar en otro momento.

Entonces, y partir de lo que estuve indagando e investigando, un oído medianamente entrenado puede seguir con facilidad hasta tres voces si están claramente diferenciadas rítmica y melódicamente, como ocurre en la música polifónica en general. Este límite se puede ampliar al haber una melodía acompañada, siempre y cuando las funciones de las voces secundarias intervinientes estén claramente separadas en función de la voz principal.

Pero lo que no pude averiguar hasta ahora es porqué tenemos este límite en cuanto a cantidad de voces. ¿Es algo perceptivo, psicológico, fisiológico?

En el libro "La naturaleza y la norma: lo que nos hace pensar" diálogo entre Jean Pierre Changeux y Paul Ricoeur del que escribí unas líneas hace un par de meses, encontré un párrafo que puede dar una idea. No es seguro, pero quizás algo viene por ahí.

Y dice:

“Uno de los problemas más importantes de las neurociencias actuales consiste en definir la arquitectura cerebral en sus rasgos invariantes y los límites de su variabilidad, de un individuo a otro, y en definir sus funciones. Pues son la arquitectura y las predisposiciones funcionales asociadas a ella las que permitirán que se formen las representaciones y se construyan los objetos mentales. Asimismo, hay que tomar en cuenta los dos grandes principios de la arquitectura del cerebro: el paralelismo y la jerarquía

Para empezar hablemos del paralelismo: nuestro cerebro es capaz de analizar señales del medio físico o social por varias vías paralelas. Así, en el caso de la visión, las vías visuales analizan en paralelo la forma, el color y el movimiento. Para empezar separan esos rasgos que caracterizan un objeto para luego rehacer su síntesis. La arquitectura del sistema visual está organizada en una multitud de vías paralelas que, con las vías olfativas, auditivas, etc. , permiten al cerebro analizar el mundo y hacer de él una síntesis global.”

Lástima que no ponen un ejemplo sonoro. Pero ¿podría ser que entre esa multitud de vías paralelas haya un determinado límite para la cantidad de voces? ¿Podría ser que este límite perceptivo tenga su origen en nuestra constitución cerebreal?

Que se yo...