martes, 8 de julio de 2008

Cerebros en fuga

La Argentina tiene una gran tradición, entre muchas otras por supuesto. Se trata de la llamada "fuga de cerebros". Es bien sabido que esta fuga comenzó a darse de manera notable a partir de la llamada "Noche de los bastones largos", ocurrida el 29 de Julio de 1966, cuando el Gobierno militar del General Onganía mandó a reprimir a docentes y alumnos de la Universidad de Buenos Aires. Literalmente entraron a la Universidad, hecho que jamás había ocurrido, rompiendo así con la autonomía universitaria que ya tenía más de cincuenta años.

El resultado fue muchísimos heridos, cientos de detenidos y más de 300 docentes expulsados que se fueron yendo del país. Esta noche marcó un punto de inflexión en el desarrollo científico argentino y abrió una larga etapa de decadencia de la universidad nacional.

En el campo artístico no tenemos "una" noche, no tenemos ese punto de inflexión a partir del cual comenzó un proceso de perdida de artistas o intelectuales. Pero no por eso tenemos una perdida menor.

Dentro del campo de la música, y mencionando solamente a compositores, quizás uno de los primeros en irse fue Mauricio Kagel que dejó el país en 1957. A partir de ahí la lista va creciendo considerablemente, por supuesto en la medida que crecía la violencia, la represión, la inestabilidad económica y otras tantas delicias que vivimos en nuestro país. Dentro del mundo de la música de vanguardia, por ejemplo, tenemos la partida de Mario Davidosky en el 60, de Beatriz Ferreira en el 61, de Alcides Lanza en el 65, de Horacio Vaggione en el 69, de Alejandro Viñao en el 75, de Ricardo Mandolini en el 76, de Daniel Teruggi en el 77 y de Eduardo Kusnir en el 78, entre muchos otros. Por supuesto que hay más. Una cantidad enorme de colegas dejaron el país durante los 80, los 90 y otros más durante el período 2001-2002. Y estoy hablando solamente de compositores. Pensemos en intérpretes, e incluyamos a todas las disiplinas artísticas y la lista, de sólo verla, puede ser de terror.

Sin embargo...pareciera no ser tan importante, no? Lo digo porque, por poner un ejemplo, se promulgó una ley para repatriar científicos, pero no hay ninguna, al menos que yo sepa, para traer a los artistas que se fueron, dandoles ciertas condiciones mínimas y respetables de trabajo. Me pregunto ¿cómo sería la formación de nuestro estudiantes de música si se encontraran todas las semanas a trabajar con Kagel, con Teruggi o con Vaggione? Seguramente mucho mejor de lo que es ahora.

Y no creas, lo aclaro por las dudas, que los que se fueron la estan pasando mal. Al contrario, todos ellos ocupan cargos altísimos en instituciones de nivel internacional y además tienen un prestigio y reconocimiento enormes.

Es extraño, quizás por cierta tradición cientificista, que cuando se habla de fuga de cerebros, no se hable también de artistas. ¿Tenemos que decir "Fuga de talentos"? ¿O los artistas usamos el cerebro...pero menos?

Lo cierto es que se fueron muchos, muchísimos. Y si bien quizás no tenga sentido hacer un esfuerzo para que vuelvan, sobre todo porque quizás ni ellos quieran, por lo menos sería bueno que las autoridades tomen conciencia del tema e impidan que nos sigamos yendo. En una palabra, hacer un plan para impedir más fugas.

¿Será muy utópico de mi parte pensar en políticos que se preocupen por la vida de los artistas y por lo tanto, por la vida del arte?