sábado, 27 de septiembre de 2008

Vicki Walsh

Vuelve la memoria. No se si había ido a refrescarse por ahí o simplemente estaba agazapada esperando el momento oportuno para aparecer. Viene a mi entre voces discordantes que me alejan y me hablan de torres de cristal, de torres de marfíl donde poder aislarme y seguir hablando de música, de sonido y de todas esas cosas que rodean mi vida. Pero no puedo impedirlo. Volvió la memoria. Siempre vuelve. Y no llegó sola. Porque me surgió tu nombre, Vicki. Así de simple, cortito y contundente. Miro entonces fechas, calendarios, almanaques y me estremezco.

Claro, ni punto de comparación con el estremecimiento que habrás sentido hace treinta y dos años cuando un numeroso y bien armado "grupo de tareas" te fue a buscar a la calle Corro del barrio porteño de Floresta. Todo empezó el 27, Vicky, dos días antes, cuando una amiga tuya no pudo soportar la tortura y cantó. Dijo todo. Y allí fueron. Tu papá, Rodolfo, se enteró cuando estaba en una reunión. Tuvo que suspenderla. Poco después te escribió una breve carta que, entre otras cosas decía:

"Me quisiste, te quise. El día que te mataron cumpliste 26 años. Los últimos fueron muy duros para vos. Me gustaría verte sonreír una vez más. No podré despedirme, vos sabés por qué. Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizá te envidio, querida mía.

Hablé con tu mamá. Está orgullosa en su dolor, segura de haber entendido tu corta, dura, maravillosa vida. Anoche tuve una pesadilla torrencial, en la que había una columna de fuego, poderosa pero contenida en sus límites, que brotaba de alguna profundidad.

Hoy en el tren un hombre decía: -Sufro mucho. Quisiera acostarme a dormir y despertarme dentro de un año. Hablaba por él, pero también por mi"

A los tres meses escribió su "Carta a mis amigos" donde cuenta detalles de tu vida, que yo al menos no conocía. Y donde describe de forma bella y terrible, los últimos minutos de tu vida.

En este sitio, se puede leer esa carta completa.

No te fuiste para siempre, Vicki. Te seguimos recordando.