miércoles, 3 de febrero de 2010

Confrontadores y pacificadores

Que difícil es mantener un poco de cordura viviendo en un mundo parecido al reino del revés. Que difícil es poder pensar sin caer en simplismos y etiquetarnos. ¿Porqué te digo esto? Solamente con mirar el título de esta breve nota, uno toma partido casi de manera instintiva: yo estoy del lado de los pacificadores, yo quiero vivir en paz. Obviamente el tema no es tan simple. Escarbemos un poco.

Los medios instalaron que los Kirchner tienen un estilo confrontativo. Puede ser. El tema es si aceptamos, así porque si, que eso está mal. ¿Está mal ser confrontativo? Veamos...¿Sabés una cosa? ¿Sabés a quien le decían que tenía un estilo confrontativo? A Raúl Alfonsín. No ahora, por supuesto, que es un bronce admirado y respetado por todos. Pero cuando estuvo en la presidencia no fue tan admirado y respetado.

Confrontó con las fuerzas armadas llevandolas a juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la dictadura. A cambio soportó todo tipo de presiones, incluyendo amenazas de baños de sangre, y tres alzamientos militares. Confrontó con la burocracia sindical. A cambio recibió trece paros generales. Confrontó con la Iglesia, impulsando la ley de Divorcio. Además, y en un hecho único en la historia, en 1987 le respondió desde el púlpito a monseñor José Miguel Medina cuya homilía asociaba su gobierno a la injusticia, la decadencia y a la destrucción de la identidad nacional. A cambio de su confrontación, la Iglesia le quitó su bendición y se le dio al dúo Menem-Duhalde que hicieron un gobierno...no confrontativo. Confrontó también con La Sociedad Rural, la unión de grandes terratenientes. Les molestó su Plan Primavera y lo silbaron sin piedad en medio de vacas y toros que esperaban listos para ser exhibidos. Y confrontó algo, un poco, con el poder económico y cultural. A cambio de todo esto, le organizaron un golpe de estado económico que terminó con su gobierno y con los ahorros de muchos de nosotros.

Después vinieron gobiernos buenitos, que no confrontaban. ¿Y quienes se beneficiaron de esa paz? Los grandes grupos económicos que compraron empresas estatales a precios viles, las fuerzas armadas que fueron indultadas, los grandes medios de comunicación que hicieron crecer enormemente su poder e influencia. Me quedo corto, ya sé. Faltan algunos, pero al menos no sobra nadie.

No soy un gran conocedor de la historia. Pero un pequeño y elemental sentido común me lleva a pensar que es imposible cambiar algo, cambiar de verdad, hacer cambios profundos, sin que haya confrontación. ¿O acaso los poderosos pacificadores aceptan tranquilamente ceder una mínima cuota de poder? ¿O acaso no son los mismos pacificadores los que no dudan a recurrir a todos los medios disponibles, incluyendo las fuerzas armadas, cuando sus intereses se ven perjudicados? Preguntale al pacificador George Bush...

Por supuesto que todos queremos paz. Y a la vez, y no hay que ser muy perspicaz para verlo, todos sabemos que la Argentina necesita cambios profundos. Y hay algunos pasos que se estan dando en esa dirección (ley de medios, anulación de indultos y vuelta a los juicios a las fuerzas armadas, fomento del consumo interno y cierta política de desendeudamiento). Pero claro, a los pacificadores no les gusta.

Creo que quien mejor expresó esta paradoja de los pacificadores fue Mario Benedetti. Va su Oda a la pacificación. Clarita como el agua.

No sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico de paz
Pero hay ciertos corredores de seguros que ya colocan pólizas contra la pacificación
Y hay quienes reclaman la pena del garrote para los que no quieren ser pacificados
Cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar
Y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro
Es claro que siempre hay algún necio que se niega a ser pacificado por la espalda
O algún estúpido que se resiste a la pacificación a fuego lento
En realidad somos un país tan peculiar
Que quien pacifique a los pacificadores un buen pacificador será.