Mi hermano Martín
No suelo usar gratuitamente palabras como "amigo" o "hermano" a pesar de participar en redes como facebook o myspace que tienden a vaciarlas de contenido. Bueno, en realidad trato de no usar gratuitamente ninguna palabra. Pero mucho menos éstas.
Yendo al punto, quiero presentarte a Martín Rasskin. Nos conocimos a fines de los setenta en Madrid, cuando ambos estábamos empezando dos momentos cruciales en nuestras vidas: la adolescencia y el exilio. A los pocos días, o semanas, creo que intuímos a un nivel muy profundo, que esa amistad incipiente, iba perdurar más allá de los años, de las distancias, de los amores o desamores, de los encuentros o desencuentros. Afortunadamente, así fue.
Creo que sólo alguien como él pudo haber escrito este cuento llamado "El muerto que sueña", y lo digo por su calidad literaria y por lo íntimamente ligado a ciertas situaciones de mi vida. La capacidad de transformar algo trágico y terrible en un hecho estético lleno de cariño, emotividad y con una posición claramente comprometida, es un privilegio de los grandes artistas. Y Martín, sin duda, lo es.
Espero que compartas mi opinión. Y si no es así, al menos me vas a encontrar entre líneas. Y quizás nos conocemos un poco más.