En esta sociedad, la función crítica es vital, tanto en el ámbito de la cultura como en todos los demás. Pues quizás la mejor definición que podemos dar de la democracia es la de un regimen de una autoreflexividad colectiva. En una democracia, la colectividad y los diversos grupos que la componen, forman parte de aquello que antes se llamaba agorá y que yo defino como el espacio público/privado: espacio público por estar abierto a todos; espacio privado, por no estar sometido a las decisiones del poder político público. Ahora bien, este espacio sólo puede existir como espacio democrático en la medida en que en él se ejerza una reflexividad radical, a saber, una crítica reciproca que no reconozca ningún tabú y ningún límite y que, mientras sea posible, no está bajo la influencia de intereses ajenos a la sustancia de los temas que se tratan. En una democracia así (...) esta función crítica debería poder ser ejercida por todos. Pues evidentemente es en el agorá donde los ciudadanos pueden ejercer constantemente su reflexión y su juicio, sin los cuales el espacio público caería rápidamente bajo la influencia de los astutos y los demagogos.
(...) El problema de la crítica es el problema de un triangulo formado por el autor, el crítico y el público. Ninguna de estas tres entidades puede desempeñar un papel, bueno o malo, sin la sinergía, la complicidad de las otras dos. La institución social hace que esta sinergía esté casi siempre garantizada; ambas van a la par. Así como el pueblo tiene el gobierno que merece, así un público tiene los críticos que merece y viceversa, con algunas excepciones.
(...) La crítica es un oficio muy difícil, función terriblemente pesada e incluso peligrosa, que es ejercida, me parece evidente, con una conciencia sumamente liviana por parte de los críticos contemporáneos. Por cierto, no se trata de que el crítico sustituya al público para juzgar, sino de darle parte de los medios - y en particular las informaciones - necesarias para juzgar. No se trata de crítica "científica" (...) se trata del deber elemental de la crítica, que es el de ser informativa y argumentativa, de permitir que el público se forme un juicio provisorio mediante una argumentación sobre la calidad de las obras discutidas, de incitarlo a que vaya a conocerlas directamente - o llegado el caso - disuadirlo de que lo haga.
Ventana al caos
Fondo de Cultura Económica