miércoles, 10 de febrero de 2010

Cotorritas

Se siente. De a poco, a veces sutilmente, a veces más brutalmente, el cambio climático se siente. Está presente (guiño local). Tanto sea en forma de catástrofes, que por supuesto suele afectar mayormente a los más débiles de la cadena, como en la forma más tenue de cambios en la media anual de temperatura.


Por supuesto esto (rima fácil) va modificando también nuestra vida cotidiana. Los horarios de prohibición para tomar sol se amplían, por poner un ejemplo. Bueno...el tema ya no es tomar sol sino directamente la exposición al sol. Y tampoco resulta tan extraño convivir con temperaturas extremas en algunos lugares del planeta donde hace unos años era algo muy ocasional.

En medio de esta gran protesta geológica, Buenos Aires se está tropicalizando. Sin playas, lo cual le quita cierto encanto a la palabra "tropical" pero con una gran vegetación que crece y crece gracias a las tormentas de verano y la simpática llegada a la ciudad, no a toda pero si a aquella con mayor cantidad de espacio verde, de una gran cantidad de cotorritas que hacen de las suyas, como sabe cualquier conocedor de cotorritas.
El tema es que sus chillidos le están agregando un interesante (adjetivo neutro detestado por muchos artistas) y nuevo componente sonoro a Buenos Aires. A la tranquila y pacífica Buenos Aires. (ironía)

Siempre se ha hablado, no sin una evidente nostalgia, de los sonidos que se pierden, de los sonidos que el crecimiento de las ciudades va arrasando: los gritos de los vendedores ambulantes, los traqueteos de las ruedas de algunas carretas que llevaban mercadería al Mercado del Abasto, el sonido del tranvía entre muchos otros, dependiendo de la época y de la ciudad por supuesto. Un cierto entorno sonoro más natural que se va perdiendo con el avance arrollador de la civilización.
Pues bien, es aquí donde acuden a nosotros las cotorritas salvadoras. ¿Ves? No todo son motores y ondas electromagnéticastridimensionales extrañas. Ellas vienen hacia nuestra tropical Buenos Aires a darle un toque natural, a sonorizar y de esa forma alterar levemente nuestro entorno sonoro.


¿Quien sabe, quien puede aventurar que otras especies van a ir migrando y con cuyos sonidos vamos a tener que convivir? Muy pocos seguramente.

Un último detalle. Las inquietas cotorritas parece deleitarse con las grandes ciudades. Sino, no entiendo que están haciendo en Madrid, cuyo clima no es nada tropical, hasta donde sé. Al menos hasta ahora. Lo cierto es que ahí se quejan de las cotorras argentinas. ¿Habrán emigrado buscando un futuro mejor? Una pista nos la da un vecino entrevistado por la televisión española: dice que son "ilegales"(minuto 1:50 aprox.) Uyuyuy...ya veo largas colas de cotorras haciendo trámites en extranjería, tratando de demostrar que sus padres o abuelos eran españoles...En fin.

Va el informe completo.