lunes, 3 de diciembre de 2007

Voces del recuerdo

Adonde van las palabras que un día partieron
Silvio Rodríguez

No elijo las palabras, las frases sueltas, que sin ningún motivo cada tanto me resuenan en algún lugar remoto de la memoria. Pareciera que todo ese cúmulo de diálogos, de meditaciones, de pensamientos que uno va escuchando o produciendo a lo largo de la vida, no fueron llevados por el viento a un inaccesible y lejano lugar, sino que están ocultos, agazapados y dispuestos a aparecerse en el momento menos pensado, que en mi caso es por lo general cuando estoy distraído, cuando tengo la guardia baja. La sonoridad de lo lejano...ese podría ser un mejor título.

Convivo con recuerdos de todo tipo, pero tengo una especial atracción por los sonoros. Debe ser por eso que cuando ninguno de ellos me viene a saludar, salgo a buscarlos con una urgencia vital, casi como si me faltara el aire. Así es como me paro en el medio del patio de mi casa y escucho, entrecerrando los ojos, los gritos y las voces de los chicos del jardín de infantes que está a unos 50 metros de distancia. Y la sola audición de esos sonidos ya me tranquiliza, me da cierta paz, como si estuviera en contacto con esa lejanía: la niñez, pero no la que me brinda el contacto cotidiano que tengo con chicos, con mis hijos, sino a la que esas voces lejanas me retrotraen o me “retro – atraen”.

Recuerdo claramente la impresión que me causó la primera vez que escuché una cinta, un cassette, que accidentalmente se dio vuelta con lo cual el sonido, alguien que cantaba, se escuchó al revés. Debía tener entre 8 o 7 años y creo que lo que me produjo ese impacto tan fuerte fue el escuchar algo que conocía bien, pero desde otra perspectiva, desde otra dimensión, redescubriéndolo. Como si esa voz clara que me decía algo la estuviera escuchando entre sueños, intentando comunicarse o simplemente sugiriendo algo indescriptible, algo esencial pero inasible.

Y cuando no encuentro nada atractivo para oír, invento mis propios sonidos, mis propios recuerdos sonoros. No creas que lo hago como actividad musical. Es más simple. Es una búsqueda. Es una forma de pintar ese mudo espacio que se abre entre el hoy y las ausencias que siempre me acompañan.

Me sorprende muy especialmente cuando me surgen fragmentos de diálogos que tenía olvidados
- ... y hay una rasgadura que no se zurce más ...

me pueden divertir por lo ridículo, por estar fuera de contexto
- Pensé toda la semana en esa frase ... es la misma que me decía mi psicóloga ... pero no me la puedo acordar ...

o me conmueven por su carácter de confesión
- ...quiero vivir este período de luz ...

por su desesperación
-... mis nenes ...mis nenes...

por su bronca
- quieren destruir mi familia, quieren dejarnos en la calle ...

por su amor
- tomame como hermano mayor

- escuché esa canción ... y no pude contener las lágrimas

- ...mucho papá ... mucho ...

- el impacto nos selló para siempre ...

- Ustedes tienen ... la fórmula química para transmutar los golpes en vida y árboles

- ...poné la mano acá ... ¿sentís como patea?..

No es mi intención retener diálogos, conversaciones, charlas, pero no quisiera olvidarlos definitivamente. Si bien alguien dijo una vez que la memoria está hecha de olvido, intuyo que el recuerdo debe estar hecho de la misma sustancia que nuestros sueños[1]. Sólo que, al menos en mi caso, no espera a que cierre los ojos para asaltarme, para saltar sobre mi y de esa forma revivir el sabor que hay detrás de cada voz, detrás de cada una de esas voces que en algún momento se acercaron, me conquistaron y, sin darme cuenta, no me abandonaron.



[1] Cualquier parecido con alguna que otra frase célebre...no es coincidencia!!