jueves, 24 de julio de 2008

Un tal Neustadt

¿Que se puede decir de este periodista que no haya dicho ya? ¿Que más se puede agregar sobre una vida dedicada a manipular la maleable opiniòn pública en beneficio de los peores sectores de poder en la Argentina?

Quizás lo único que se puede hacer es tratar de recordar, aunque sea algo, de su verdadero rostro.

En Julio de 1977, en medio de la represión más feroz e indiscriminada, con el pais plagado de campos de concentración, cumpliendose justo un año de la famosa "Masacre de de San Patricio" cuando grupos armados entraron a la Iglesia San Patricio a fusilar a curas palotinos vinculados, este periodista escibía un "tierno" artìculo es su revista "Extra" titulado "Una cierta sonrisa"

Cito algunos párrafos

"¿por qué no comprender el esfuerzo actual de las Fuerzas Armadas en su búsqueda de una democracia entera, integrada, profunda, con autoridad adentro?

Aquí es cuando asoma Jorge Rafael Videla y su planteo del diálogo, la consulta, el libreto, la comunicación. (...) Diálogo no es rifar el país en una urna próxima. Esto no lo quiere nadie serio; ni el más apasionado electoralista.

Jorge Rafael Videla debe ser el argentino que mejor sabe escuchar. Tiene toda la paciencia. Y con más de 30 años de Ejército, toda la experiencia vivida y escarmentada. No es un impaciente y tampoco un solitario. Abre ventanitas cada vez que abre la boca. Y abre poco la boca. Pero con gran precisión.

Los que frecuentan a Videla sostienen que últimamente ha cobrado más seguridad, aprendió velozmente su trabajo de presidente, está mucho más suelto, no hay tema esencial que no desarrolle con convicción y conocimiento, y además –esto es esencial- se le advierte de vez en cuando una cierta sonrisa... Como de alguien que va tocando el futuro. Buscando ahora ganar la paz, que es mucho más difícil que triunfar en la guerra..."

Cuantos elogios para un hombre gris, que sólo va a figurar en la historia como uno de los màs crueles dictadores, como uno de los asesinos màs impiadosos.

El dictador tenía quien le escriba. Lamentablemente no eras el único Bernardo...