Tenía varias cosas en mente para escribir. Distintos temas que quería compartir y charlar, pero la reciente muerte de Alfonsín me pegó más de lo que me imaginé. Estoy un poco triste, un poco ido, un poco con bronca también, especialmente cuando miro a mi alrededor....que se yo...sobre todo cuando veo por televisión a gente que ahora habla bien, pero que durante su presidencia le hicieron la vida imposible. Por supuesto que si se la hicieron imposible a él, también nos la hicieron a nosotros.
Tengo un problema, serio, que es mi memoria. Me acuerdo mucho, de muchas cosas. No soy Funes, pero me defiendo. Y en situaciones como estas me vienen montones de recuerdos de aquellos años ochenta, la ilusión, la desilusión, el entusiasmo, el dolor, la enorme emoción que se respiraba en cada esquina, la seguridad que teníamos que el país estaba cambiando de verdad, el miedo a perderlo todo otra vez...
Es tanto lo que se está diciendo en estos momentos, tanto, tanto, tanto que tengo miedo a que en pocos días todo se olvide y sigamos como si nada. Por eso sólo quiero compartir una sola idea. Te pido permiso.
Mucho se habla de que "Murió el Padre de la democracia". Seguramente él diría que el verdadero padre de la democracia es todo el pueblo. Pero no importa. Tomemos esta imagen, esta metáfora, como si fuera una verdad.
¿Que puede hacer uno con la muerte de un padre? ¿llorarlo el resto de tus días? ¿olvidarlo? No hay muchas opciones. Lo único positivo, creo yo, es hacer un esfuerzo para que esa muerte nos haga crecer y madurar. Con la muerte del padre dejamos de ser hijos y nos convertimos en adultos responsables.
Ojalá, entonces, que la muerte del padre de la democracia nos conduzca, dolorosamente al comienzo, a vivir en una democracia adulta. Quien sabe...quizás hasta podramos darnos el lujo de ser felices con nuestras decisiones.
Un abrazo tocayo!!