Entre sueños
- ¿ Soñás con sonidos?
Tirados en la cama, sin hacer nada en particular más que un poco de fiaca, de repente me sorprendés. No me esperaba siquiera que hablemos, sino más bien irnos durmiendo de a poco. Y me gustó tanto la pregunta que me sonrío y no te contesto. No quiero cortar la atmósfera especial en la que me vi envuelto con una simple respuesta. Prefiero que quede “Blowin´ in the wind” como decía Bob Dylan.
Por supuesto, me generaste un sinfín de pensamientos. ¿Sabés una cosa? Hace tres o cuatro años y, como no podía ser de otra forma, de manera absolutamente azarosa encontré un escrito de Borges en donde llegaba a la conclusión que los sueños son la “actividad estética más antigua del hombre”. Y esta idea tan sugestiva me cautivó. Por varios motivos. Por un lado siempre pensé que el dominio que cualquiera de nosotros pueda llegar a alcanzar en determinado arte estaba íntimamente ligado a cierta práctica, cierta reflexión, conocimiento, etc., que devenía en el llamado “oficio”. Y a partir de ahí el artista era el que dominaba su material y podía expresarse enteramente haciendo lo que “él” quisiese y no lo que le salga, lo que el material le imponga. Pero ... en el caso de los sueños evidentemente no es así. ¿O acaso hay alguien que domine sus sueños? Basta recordar el enorme esfuerzo que hace ese hombre en “Las ruinas circulares” para poder soñar otro hombre en toda su integridad... y eso finalmente no era más que otro sueño. Entonces ¿es una actividad estética absolutamente inmanejable? Creo que no, pero no estoy muy seguro.
Aprovecho ese instante de duda para estirarme un poco. Me mirás divertida, aunque algo intrigada. Estás esperando una respuesta que no llega, se demora y se hace desear. Sabés perfectamente que me fui. Te acurrucas un poco, lenta y dulcemente. Está haciendo frío y nos olvidamos de encender la calefacción.
Por otro lado está el tema de diferenciar sueño y realidad. Soñar sonidos... ¿Serían como vestigios, restos sonoros de la vigilia? ¿Y si es exactamente al revés? En ese caso no haríamos mal en acordarnos del filósofo Chuang Tzu que decía no saber si él era un hombre que había soñado ser una mariposa o si era una mariposa que estaba soñando ser un hombre. Esta duda, esta actitud de vida me parece mucho más rica que la vieja dicotomía: estamos despiertos, en pleno uso de nuestras facultades, y enteramente conscientes o estamos dormidos y no tenemos ningún tipo de control sobre nada. Bueno, al menos eso es lo que desde tiempos inmemoriales pregonan o predican religiones o filosofías varias. El estar despierto, el “despertar” (por supuesto a lo que ellos proclaman), como algo positivo y activo, frente a un estado de pasividad, el estar dormido. Que se yo ... prefiero cultivar un camino intermedio. Hay un tránsito, un puente frágil y flexible entre un estado y otro que es el que me gusta explorar, es en el cual quiero quedarme y el que vivencio como más rico, creativamente hablando. Por algo es el que fascina y seduce a tantos poetas. Sin duda fue Calderón uno de los que lo expuso de manera más clara: “¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción ... toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”
- Che ... ¿Te hice pregunta, no te acordás? Me decís con un tono que oscila entre la queja y la modorra.
Justo me hablás de acordarse, de recordar, y recién ahora, mirá vos, me doy cuenta porqué muchas veces confundí sueños con recuerdo. Más de una vez hablé de uno u otro como si fueran lo mismo. Claro, no tenemos forma de acceder a nuestros sueños excepto por el recuerdo, con lo cual nunca sabemos si fue exactamente así, o si al revivirlo lo modificamos mucho o poco. Y a la vez el sueño toma su material de los mismos recuerdos. Es una mutua alimentación. Hace unos cuantos años leí (me causa gracia pensar sobre sueños y acordarme de libros) que en Alban Berg la tonalidad es un recuerdo. Y lo interpreté como si Berg soñaba con obras tonales y al despertarse esa tonalidad quedaba desdibujada. Traduje recuerdo a sueño. En una parte de “El mismo camino” jugué un poco con esa idea. Me imaginaba lo que Mahler pudo haber soñado mientras componía su Séptima Sinfonía, que casualmente se llama “La canción de la noche”: esbozos de fragmentos orquestales, ideas melódicas apenas sugeridas, texturas confusas, armonías enrarecidas ... jamás voy a saber cuan lejos pude estar o no del sueño de Mahler, pero me resultó muy estimulante.
Mientras pienso todas estas cosas, tu respiración me acompaña con una cadencia suave y relajada que me da mucho placer y tranquilidad ... y precisamente el tema de la simultaneidad es algo que me resulta mágico en los sueños. El soñar que uno está con determinada persona, pongamos el clásico “Fulano”, y aunque uno lo vea con otra cara y otro cuerpo totalmente distinto, uno sabe que es Fulano. No sé como, pero uno en los sueños sabe perfectamente estas cosas. Lo mismo pasa con los lugares: estoy en mi casa pero esto que veo no tiene nada que ver con mi casa. Y ahí hay dos planos claramente diferenciados, lo que vemos y la conciencia que tenemos de eso. Que no es casualidad porque seguro tiene alguna relación con lo que va a venir después, con la sucesión. Aunque ya sabemos que los sueños lo que menos tienen es linealidad, o sea, no por abrir la puerta del baño, voy a entrar necesariamente al baño, puedo encontrarme con una playa. Pero por más disparatado que parezca siempre tiene alguna relación, aunque sea remota, con la historia, con el tema de ese sueño. Y ojo que intencionalmente dejo de lado la palabra “interpretación”, no es eso lo que me importa, sino el sueño como cuento, como relato onírico ... ¿Será por eso que Borges dijo lo de actividad estética? No se, pero me encantaría poder componer un verdadero sueño musical algún día ...
- La verdad es que no sé si sueño con sonidos. Tampoco sé de donde salen ... pero me gusta la idea de ...
Te miro y estás profundamente dormida. Si, pasó cierto tiempo y reconozco que tuviste paciencia. Te vuelvo a mirar y de paso te tapo. Recorro el contorno de tu cuerpo acercando la frazada. No entiendo como hacés para tirarla tan rápido.
Para premiar tu silenciosa espera, mañana te despierto con un desayuno especial.
Ese que tanto te gusta.